Archivo Central de China publica confesión de criminal de guerra japonés Shigeru Fujita

07-05-2014 09:12

El Archivo Central de China está publicando las confesiones de cuarenta y cinco criminales japoneses de la Guerra de Agresión contra China, entre 1937 y 1945. La institución hizo pública la confesión del coronel y comandante Shigeru Fujita.

"La bayoneta es más efectiva que los disparos". Esta era la doctrina de Shigeru Fujita desde que comenzó a luchar en la guerra contra China, en 1938. Shigeru decía a sus soldados que mataran a los prisioneros para poder contarlos como bajas de combate.

Shigeru Fujita escrita :"Le decía a los oficiales que matar a gente es una manera rápida de acostumbrarse al campo de batalla, ya que es una prueba de valor. Para este propósito es mejor usar a prisioneros."

El Archivo Central de China publica la confesión de coronel Shigeru Fujita

Shigeru Fujita nació en 1889, en la prefectura japonesa de Hiroshima. En agosto de 1938, se trasladó a la provincia china de Shaanxi, desde donde participó en la invasión del noreste de China con el lema de "quemar, matar y saquear". Fujita admitió estar tras la muerte de miles de personas en Shanxi, Henan y Shandong, usando cepas de cólera y bombas de gas. Cientos de prisioneros fueron usados para entrenar a los soldados en el uso de la bayoneta.

Shigeru Fujita continúa :"Bajo mi mando, los soldados juntaban a todos los habitantes y los acuchillaban hasta la muerte. Después, quemaban sus casas."

Tras la rendición de Japón, en agosto de 1945, Fujita ordenó a sus soldados que destruyeran todas las evidencias de los crímenes japoneses. También enterraron bombas especiales usadas en la contienda y se deshicieron de máscaras de gas. Fujita fue capturado en Hamhung, en la Península de Corea, en agosto de 1945. En su juicio, una ciudadana china recordaba las horribles memorias de los asesinatos japoneses.

El testigo de los crímenes japoneses, Li Putao recuerda :"Nos persiguieron hasta un campo, cerca de un pozo. Un japonés cortó la cabeza de mis suegros. Mi marido gritó y corrió hacia el borde del pozo. Los japoneses le rajaron la barriga y lo tiraron. Después, agarraron a mi hija de cuatro años y la acuchillaron con una bayoneta."

Fujita admitió todos sus crímenes, que achacó a la naturaleza imperialista de Japón. Más de sesenta años han pasado, pero los familiares de las víctimas chinas nunca podrán olvidar ese periodo histórico.