El Archivo Central de China ha publicado las confesiones del onceavo de los 45 criminales de guerra japoneses juzgados y sentenciados por tribunales militares en China en años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Keiji Saganaka fue el responsable de la muerte y esclavitud de miles de civiles chinos durante la invasión japonesa a China. Fue arrestado en abril de 1949. Les advertimos que estas imágenes pueden herir la sensibilidad de algunas personas.
La agresión de las tropas japonesas a China durante 1937 a 1945 causó la muerte a 35 millones de militantes y civiles chinos.
Criminal de guerra japonés Keiji Saganaka mató y esclavizó a miles de ciudadanos chinos
En este periodo en China, Keiji Saganaka estuvo involucrado en la tortura, violación y masacre de numerosos ciudadanos chinos. Bajo su mando 831 personas murieron y 1.171 fueron capturadas y usadas para trabajos forzosos.
Saganaka confiesa :"A finales de septiembre de 1941, mientras dirigía el ataque en Wangjiagou, ordené que cualquiera que intentara huir del ejército japonés sería considerado un enemigo y por lo tanto debía ser disparado. Disparamos y herimos a 7 personas. En el poblado Dongzhai, permití a mis hombres torturar a 10 personas y violar en grupo a 5 mujeres. Mis soldados también capturaron a 40 habitantes, a 20 de ellos les golpearon, dispararon o apuñalaron hasta la muerte."
Criminal de guerra japonés Keiji Saganaka mató y esclavizó a miles de ciudadanos chinos
En su confesión, Keiji Saganaka indicó que se mataba a las personas mediante disparos, apuñalamientos con bayonetas, decapitaciones, incineraciones, así como por inanición.
Saganaka recuerda :"Capturé a cerca de 70 personas en las inmediaciones de Xinggongyan. Y tras un kilómetro al este, enterramos a 30 de ellos hasta la cintura y les disparamos hasta morir. El teniente y cirujano, Izumi y el sargento de cuerpos médicos, Jyoda también participaron en el asesinato de varios soldados enfermos, diseccionandolos mientras todavía seguían con vida."
Keiji Saganaka también confesó la captura de más de 1000 civiles. Todos ellos fueron forzados a caminar por delante de las tropas japonesas para hacer explotar minas terrestres, al igual que debían encargarse del cuidado de los caballos, el traslados de equipos y la construcción de carreteras y fortificaciones en las ciudades.
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